El técnico perdió poco, pero apenas ganó un solo partido y no le alcanzó para lograr la clasificación a los cuartos de final del Reducido. El resultado es pésimo.
"Es un engaño de la mente, hacer lo mismo y esperar obtener otro resultado" sentenció Albert Einstein. Al parecer los dirigentes de Colón desconocen el saber el físico - científico más brillante de la historia de la humanidad, porque contrataron a un técnico que fracasó en sus últimos equipos.
Colón terminó su participación en la Primera Nacional con el empate ante All Boys, que significó la eliminación en el octogonal. Un mazazo inesperado por ser el principal aspirante al título y que, en la segunda mitad del campeonato, se desplomó increíblemente.
Se cambiaron los técnicos para encontrar una levantada pero no pasó. Con la llegada de Diego Osella el equipo se volvió más sólido, pero le costó un montón hacer goles y por eso la cosecha distó de ser la esperada y deseada.
Incluso se prescindió de algunos nombres que llegaron con Iván Delfino para darle más lugar a pibes como Alan Forneris y Facundo Taborda. Impensado en un momento, cuando el Sabalero era arrollador y parecía que todo iba a depender de sí mismo.
Lo concreto es que en sus siete partidos en Colón, Osella sumó un SOLO triunfo, una derrota y cuatro empates, que en las aspiraciones que tenía el sabalero no servían para nada.
Es verdad que se perdió poco (solo ante San Telmo que era rival directo y eso agrava la situación).
Incluso terminó invicto de visitante (que poco sirve), pero también ganó poco y nada para un equipo que pretendía ser protagonista (a Defensores de Belgrano) y ahí radicó el problema.
Una paupérrima efectividad del 38% que no alcanzó para el objetivo y que sumergió en el fracaso absoluto a Colón.
Mucho análisis y reflexión para un plantel que seguirá entrenando todo noviembre y quedar licenciado en diciembre, a la espera de saber qué define la dirección deportiva y la dirigencia, con todo muy en caliente todavía.
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